Hace algunos meses escribí sobre el eterno dilema que atormenta al NPA y que ayer volvió a aflorar públicamente. Por la tarde apareció una noticia que puede ser más importante de lo que parece a simple vista: en una tribuna publicada hoy en el periódico Libération una parte del NPA ha lanzado un llamamiento a la base social del partido para votar por Jean-Luc Mélenchon en la primera vuelta de las presidenciales del próximo abril en lugar de apoyar a Philippe Poutou, su candidato.
En una primera lectura salta a la vista por qué es importante: el Frente de Izquierda sigue recibiendo apoyos del resto de formaciones de la izquierda francesa. Primero fue un grupo de militantes de EELV quienes anunciron su apoyo a Mélenchon en detrimento de su candidata, Eva Joly. Ahora es un grupo de militantes y dirigentes del NPA quienes llaman a no votar por Philippe Poutou (en la foto) y dar su apoyo al Frente de Izquierda.
En concreto estos militantes forman parte de 'Gauche Anticapitaliste', una corriente que defiende la unidad de acción entre el NPA y el Frente de Izquierda. Gauche Anticapitaliste argumenta que Poutou y el NPA "han elegido el camino de la marginalidad" y muestran su pesar "ya que el partido ha renunciado a cumplir con su compromiso fundacional: unir a todos los anticapitalistas de Francia en un partido de masas". Para terminar afirman que ante el peligro de la derecha y de la extrema derechas es necesario "después de las presidenciales formar juntos un bloque contra la crisis para defender una alternativa social y democratica con total independencia del PS". Justo el proyecto que desde 2009 abandera el Frente de Izquierda.
El partido de Olivier Besancenot ha tenido problemas incluso para presentarse a las elecciones presidenciales. El sistema político francés exige que todo aquel que quiera presentar su candidatura a la presidencia de la república debe recibir el aval de al menos 500 cargos públicos, algo que el NPA no logró hasta prácticamente el último momento. Para la historia quedará el hecho de que el propio Besancenot tuviera que volver a la palestra para pedir a los cargos públicos del PS que 'facilitasen' a su candidato la tarea de estar presente en la próxima cita electoral.
El caso del NPA es digno de estudio: en 2008 el partido tenía todo lo necesario y deseable en cualquier formación de izquierda: un líder carismático, un partido de gente joven, un discurso rompedor y unitario y aceptables resultados electorales para una organización recien fundada (en torno al 5%). Incluso contaba con otra gran ventaja: su máximo rival a la izquierda del PS, el PCF, se encontraba perdido y sin rumbo tras cosechar su peor resultado de la historia en las presidenciales del 2007: 1,93% de los votos.
Cuatro años más tarde, el NPA ha sufrido dos escisiones que han acabado en el FDG: Gauche Unitaire en 2009 y Convergences et Alternatives en 2011; en octubre Le Parisien hablaba de una división total que amenazaba con destruir la organización a causa del inmovilismo de su dirección; su candidato está por debajo del 0,5% en intención de voto y el NPA ha desaparecido prácticamente de la escena política francesa mientras el Frente de Izquierda es situa en torno al 11% de los votos (y subiendo) y reunió el pasado domingo a 120.000 personas en La Bastilla.
Sea por un error de estrategia política, por una lectura equivocada de la realidad o por ambas cosas muchos partidos del estilo del NPA acaban una y otra vez sumidos en las escisiones y en la marginalidad. Lo pero es que con ellos se van decenas de militantes comprometidos y trabajadores que hacen mucha falta dentro de los espacios de lucha pero acaban siendo los más revolucionarios de su bloque de pisos. Sin embargo la realidad se empeña en llevarles la contraria demostrando que la izquierda puede hacer algo grande si sigue la senda de la unidad siempre en torno a un programa y unos objetivos claros.