
Tras acabar la jornada, después de charlar con varias personas asistentes me fui a casa con la sensación compartida de haber iniciado un camino que marca un antes y un después en la forma de organizar la participación ciudadana en nuestra ciudad.
Me topé entonces con la edición semanal de un medio de comunicación local. Afirmaba que "el equipo de gobierno sigue sin presentar nuevos proyectos" mientras en las páginas interiores recalcaba que este gobierno "sigue empeñado en que el pueblo decida" y seguía con el siguiente párrafo:
No es normal que en una ciudad el equipo de Gobierno asegura que delega en los ciudadanos la gestión municipal. Los ciudadanos eligen a los políticos basándose en unos programas electorales que estos deben llevar a cabo y punto. No hay más. Puede quedar muy bien la convocatoria de asambleas, pero es el gestor el que debe tomar decisiones. Para ello cobra.
Aunque hay diferencias notables entre delegar en los ciudadanos la gestión municipal y darles a estos la oportunidad de expresarse y ser escuchados, es llamativo que el mismo día que se pone en marcha un proyecto histórico en nuestra ciudad que busca impulsar procesos de profundización democrática que permitan a la gente debatir y decidir sobre las políticas públicas, se acusa al gobierno que lo impulsa de no presentar proyectos nuevos con argumentos que reflejan, precisamente, aquello que se busca reformar: un sistema político representativo que limita el papel ciudadano a votar cada cuatro años y dejar que los políticos gestionen.
No pasa nada, cada cual es libre de defender el modelo democrático que crea mejor en función de su ideología. Pero no me negaréis que es una curiosa casualidad.