Publicado en Mundo Obrero
Veinticuatro horas después de conocerse el resultado de las elecciones europeas, se producía una foto tan histórica como anhelada. Las cuatro principales fuerzas de la izquierda francesa —Francia Insumisa, Partido Socialista, Los Verdes y el Partido Comunista Francés— anunciaron la creación de una coalición electoral para concurrir de manera conjunta a las elecciones legislativas anticipadas del 30 de junio y 7 de julio. Su nombre: Nuevo Frente Popular. Una respuesta unitaria a la altura del momento histórico que quizás trastocó los planes que se habían trazado desde el Elíseo.
El acuerdo fue recibido con júbilo por la práctica totalidad de la izquierda política, sindicatos, asociaciones pro derechos humanos, colectivos sociales, activistas, intelectuales, artistas etc. y pronto empezó a sumar apoyos que iban mucho más allá de las fuerzas inicialmente firmantes, más de cuarenta a día de hoy. Incluso la Confederación General del Trabajo, el histórico sindicato francés, hizo un llamamiento a votar al Frente Popular: “la elección es sencilla: o fascismo o progreso social” decía Thomas Vaucheron, secretario confederal del sindicato.
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