No voy a hablar de la importancia que tienen hoy día las redes sociales o de cómo forman parte de nuestra vida y de nuestra actividad política. Hay mucho escrito sobre ello por gente que sabe del asunto más que yo y que está al alcance de cualquiera gracias a Don Google.
Este post lo desencadena la reciente decisión de IU de nombrar a Gaspar Llamazares cuarto portavoz en el congreso. Dejando claro que Llamazares se ha mostrado como un muy buen parlamentario y que merece algo más, mi crítica va dirigida a la forma que utilizó Llamazares para mostrar su desagrado con dicha decisión. Para lo otro os remito a este post de Ceronegativo con el que estoy bastante de acuerdo.
Gaspar Llamazares es bastante activo en Twitter. Eso es sin duda positivo y bienvenido sean todos los espacios que sirvan para acercar la política a las 'masas' y favorezcan su participación en los debates de interés público. Ahora bien, Gaspar Llamazares forma parte de una organización que no es perfecta ni mucho menos y que como todas tiene su idiosincrasia interna, que en el caso de IU suele aparecer bastante en los medios. Pero creo que se ha equivocado llevando a la esfera pública un desacuerdo interno.
Muchas y muchos militantes hacen un increíble trabajo en Internet y en las redes sociales difundiendo convocatorias, ideas, pensamientos, actos, y noticias que normalmente nunca aparecerán en los grandes medios. Izquierda Unida ha comprendido la utilidad de las redes sociales para dar a conocer sus ideas y romper ese cerco mediático que nos rodea y favorecer el intercambio de ideas.
Más de uno me habrá escuchado decir alguna vez que los militantes de IU, del PCE o de la UJCE no somos gente normal, porque si lo fuéramos no estaríamos aquí y pasaríamos los fines de semana viendo Sálvame en vez de pegando carteles, o viendo Transformers 3 en vez de películas de Ken Loach. Tampoco somos 'personas normales' en las redes sociales. Solo por probar, visitad el TL de twitter o el muro de Facebook de alguno de vuestros camaradas o compañeros de fatigas y luchas varias y comparadlo con el un ser normal y despolitizado. Veréis qué diferencias.
Al igual que en la vida real, el trabajo del militante de izquierda debe estar regido por la sensatez. Creo que a ningún militante se le ocurriría ir una plaza y empezar a gritar los fallos internos que hay en su organización, lo mal que aplicamos los estatutos o lo poco que cumplimos con los designios de la IX Asamblea. Sin embargo, tenemos mucho menos cuidado en las redes sociales. Especialmente en Twitter he podido leer discusiones de todo tipo entre militantes de IU, denunciando desde errores políticos a designación de candidatos o incluso cosas peores como ataques a otros cargos públicos de nuestra organización. Y si lo puedo ver yo, lo pueden ver todos. Recordad que todo lo que se publica en twitter es contenido público. Aunque lo peor es que en estos debates participan personas que se identifican como cargos públicos u orgánicos de IU, lo que a mi parecer aumenta la gravedad de los comentarios ya que una acusación, rumor o queja es para todos más creíble si viene de boca de alguien así y contribuye a expandir esa imagen interesada de la IU divida y fracturada en familias que ciertos medios no se cansan de divulgar.
Que nadie me entienda mal. No estoy acusando a nadie ni intentando limitar la libertad de expresión. Cada uno es libre de escribir lo que quiera y donde quiera, como yo mismo en este blog. Pero, en mi opinión, la militancia deberíamos tener cuidado con lo que publicamos por ahí, especialmente si nos identificamos como parte de una organización política como la nuestra que va más allá de nosotros/as como personas y pretende llevar a cabo un proyecto de transformación social.
Favorecer debates sobre cuestiones internas de la organización es positivo, saludable y deseable en todas las asambleas y agrupaciones pero los trapos sucios mejor lavarlos en casa y no públicamente en el universo 2.0. Siguiendo con el refranero popular, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Seguramente yo mismo haya caído alguna vez en esto que hoy critico, a lo mejor incluso con este post, pero no estaría mal que de ahora en adelante la militancia empezáramos a pensarnos dos veces qué decimos y qué buscamos conseguir cuando abrimos un debate público sobre cuestiones que no necesariamente tiene que ser de interés general. Como repito mucho últimamente: un poco de disciplina 2.0 no nos vendría mal.
Tampoco es contrario a favorecer la transparencia. Izquierda Unida debe dar ejemplo de ello y estar abierta al debate y a recibir criticas de la ciudadania. Pero la transparencia mal entendida lleva a querer hacer público el 100% de los debates o cosas que pasan en una organización. Y esto no debe ser así por mucho que los más guays y prodemocráticos nos acusen de oscurantismo sencillamente porque no lo hacemos en nuestra vida real o laboral. ¿Contamos en twitter las conversaciones íntimas que tenemos con nuestra pareja? ¿Criticamos a nuestro jefe dando nombres y apellidos y detalles de lo malo que es para la empresa? ¿Entonces por qué lo hacemos con nuestra organización política?
Todo se reduce a los consejos que los gurús de este mundillo suelen dar a los recién iniciados o a las y los adolescentes de la generación tuenti: redes sociales sí, pero usadlo con cabeza ya sea para nuestra vida personal, laboral o política.