Artículo publicado en El Puerto Actualidad
El pleno del Ayuntamiento de Tarrasa (Cataluña) aprobó por unanimidad a finales de octubre una moción para dejar de trabajar con los bancos tradicionales y empezar a contratar todas sus operaciones bancarias, siempre que sea posible, con la denominada banca ética. Una muestra de cómo en los últimos años la banca ética ha pasado de ser casi una utopía a una alternativa real.
A raíz del 15M mucha gente comenzó a ser más conscientes del peso de los bancos en el sistema político. Esta toma de conciencia llevó a muchos/as a preguntarse qué hacían estas entidades con nuestro dinero y toparse con una enorme contradicción: denunciamos las consecuencias sociales del irresponsable comportamiento de la banca pero mantenemos nuestro dinero en estas entidades, sirviendo de combustible a la maquinaria del sistema financiero contra el que luchábamos.
Comienzan entonces a popularizarse algunas iniciativas que proponen otras formas de entender las finanzas. Una de ellas el proyecto FIARE Banca Ética, una cooperativa de crédito nacida desde los movimientos sociales y ciudadanos del País Vasco en 2003 y que funciona plenamente desde el año pasado ofreciendo los mismos servicios que cualquier entidad bancaria.
Sin embargo, las diferencias son sustanciales. FIARE se define como un banco sin ánimo de lucro, al servicio de la sociedad y en manos de la ciudadanía, concebido como una herramienta financiera al servicio de la transformación social y la economía solidaria. Considera el crédito como un derecho y lo pone a disposición de las personas socialmente excluidas de los circuitos de financiación de la banca tradicional. Busca recuperar el valor social del dinero, por ello prima la rentabilidad social de sus inversiones sobre la rentabilidad económica.
Además, FIARE sólo financia proyectos o actividades económicas con un impacto social positivo, que favorezcan la integración, la transformación social y respeten los derechos humanos y el medio ambiente. Todo ello desde la más estricta transparencia y de forma democrática, en base a su estructura asamblearia. Cada persona socia, un voto.
Sería deseable que el Ayuntamiento de El Puerto siguiese los pasos de Tarrasa, Pamplona, San Sebastián, Sabadell, Rivas y otra veintena de Ayuntamientos y apostase por trabajar principalmente con entidades de banca ética, aportando su granito de arena en la construcción de un instrumento financiero que centre sus esfuerzos en las personas y entidades que trabajan para transformar nuestra sociedad.
La banca ética es una realidad, solo debemos atrevernos a dar el paso de contribuir con nuestro dinero al desarrollo de otros modelos de banca más acorde con nuestros valores, que apuesta por un modelo económico más justo y sostenible, donde las necesidades de las personas prevalezcan sobre el ánimo de lucro o la rentabilidad.