Publicado en El Puerto Actualidad
No es casualidad que la contestación social haya crecido en nuestra ciudad de forma exponencial conforme las consecuencias de la crisis-estafa que vivimos se han ido acentuando, ampliando y afectando a grupos sociales que tradicionalmente tenían una concepción diferente de sí mismos, aquello a lo que acordamos en llamar ‘clase media’.
Quienes formamos parte o hemos participado en movimientos sociales somos conscientes de que en El Puerto existe un tejido social capaz de organizar con éxito manifestaciones, concentraciones, asambleas, encierros, recogidas de firmas… y mantener en el tiempo la intensidad y tensión de la protesta social.
Es interesante mirar atrás para ver cómo ha sido el proceso a través del cual, todas estas luchas, todas estas movilizaciones populares y unitarias, han ido contribuyendo a crear una amplia unidad social ante los principales problemas que han surgido en la ciudad y, sobre todo, ante determinadas políticas centradas en garantizar los privilegios de unos pocos a costa de las necesidades de la gran mayoría de portuenses. El rechazo a la construcción de los aparcamientos subterráneos, la privatización de APEMSA, la imposición de la zona naranja, a la modificación de la ordenanza de viviendas municipales etc son buenos ejemplos.
En estos momentos en que la crisis orgánica del capitalismo ha derivado en una deslegitimación popular de los consensos político-sociales de la Constitución del 78, se hace necesaria la construcción de herramientas capaces de dar respuesta a las necesidades de las clases populares, aprendiendo de los errores del pasado y convirtiendo a la gente en el actor político central del cambio en El Puerto, partiendo de la suma de las partes, respetando siglas, identidades e ideologías, para construir un todo capaz de llenar de pueblo el Ayuntamiento de El Puerto.
Los ayuntamientos son piezas esenciales en la arquitectura del Estado. Ahora bien, que la efervescencia del momento no nos llame a engaño: las instituciones no son el camino para tomar el poder y mucho menos unos ayuntamientos puestos al servicio de la banca, la especulación financiera y tremendamente condicionados al pago de la deuda fruto de la reforma constitucional de 2011 perpetrada por el bipartidismo.
Ante la posibilidad de abrir los ayuntamientos a la gente el objetivo principal no debe centrarse en sumar más para conseguir más concejales, sino en construir unidad popular entorno a un programa común, la movilización social y la lucha en la calle. Toca poner los ayuntamientos al servicio de la gente, convertirlos en los pilares de un proceso constituyente, que traiga una nueva constitución y un nuevo proyecto de país.
¿Ha dejado de servir lo que ya existe? No, pero lo que existe debe ser superado construyendo algo mejor, en la esfera política y en el ámbito de los movimientos sociales portuenses. La crisis dentro del bloque histórico abre una oportunidad única que no podemos dejar escapar.
Hasta ahora hemos luchado codo con codo en cientos de batallas, siguiendo aquello que decía Mao: luchar y seguir luchando aunque solo sea previsible la derrota. Es hora de unirnos y ser atrevidos/as. Puede ser largo, difícil y dar vértigo, pero lo esencial es estar a la altura del momento histórico. Abramos la posibilidad de ganar, preparémonos para vencer.