Pequeña reflexión que surge tras leer la siguiente noticia de ámbito local: Las Redes anima al Ayuntamiento a ampliar la zona naranja.
Antes de empezar, dejo un par de aclaraciones para los no portuenses: Las Redes es una urbanización costera situada en la parte de la ciudad conocida como Costa Oeste, el distrito con la renta per capita más alta de la ciudad y tradicional feudo de votos del Partido Popular. Por Zona Naranja (de la que ya se ha hablado en este blog alguna vez) se conoce popularmente a una ordenanza que pretende regular el estacionamiento de vehículos durante la temporada estival en varias playas de la ciudad (una de ellas la playa de Las Redes). Es trata de una medida bastante impopular a tenor de las más de 13.000 firmas recogidas en su contra o las constantes movilizaciones populares que se suceden verano tras verano pidiendo su derogación.
Al leer esta noticia me ha venido una frase a la cabeza: son nuestras condiciones materiales las que determinan nuestra conciencia. Por ejemplo, en unos de los párrafos podemos leer que en un paseo por las calles de la urbanización junto al alcalde y al concejal de mantenimiento urbano, el presidente de la zona "les ha indicado que las prioridades del barrio son el cambio de luminarias en las calles Mar de China y Océano Atlántico; la rotulación de algunas calles así como colocar el nombre a aquellas que no cuentan con el mismo y el pintado de la urbanización".
En el siguiente párrafos leemos que "centrándose en el asunto de la Zona Naranja, el representante de Las Redes insiste en que los vecinos de la zona apuestan por la ampliación de esta medida de regulación del tráfico que además crea puestos de trabajo de calidad y evita la presencia de gorrillas, pues entienden que les beneficia, ya que preservan las zonas comunes de la urbanización de actuaciones incívicas por parte de otros ciudadanos y existe una mejora de la zona gracias a la recaudación de la misma".
No debemos de perder de vista que hablamos de una ciudad que cuenta con más de 13.000 desempleados/as y barrios con graves problemas sociales por lo que las reivindicaciones que expresa este representante vecinal chocan bastante.
Además, también llama la atención los motivos por los que ven positiva la medida: crea puestos de trabajo de calidad (le podemos preguntar a un controlador a ver qué opina); evita la presencia de gorrillas (que todo el mundo sabe que no hacen bonito); preservan las zonas comunes de actuaciones incívicas de otros ciudadanos (vamos, que así molestan menos); y mejora la zona gracias a la recaudación de la misma (el resto de portuenses se rascan los bolsillos por ir a una de sus playas, sirve para dotar de más recursos económicos a una zona de la ciudad que tiene unas condiciones de estabilidad mucho mayores que otras zonas de El Puerto... y eso está bien).
Partiendo de que estas reivindicaciones son tan legítimas como cualquier otra ¿son las mismas que expondrían al alcalde los vecinos y vecinas, por ejemplo, de Los Milagros, José Antonio, El Tejar o el Distrito 21? Claro que no. Como digo, la clase (social) también va por barrios y son nuestras condiciones materiales las que determinan nuestra conciencia.